Juan Javier Gómez Cazarín

Hoy no se habla de otra cosa más que de felicitar al magisterio. Desde luego, me uno con mucho cariño a las muestras de admiración, respeto y gratitud hacia las maestras y maestros de Veracruz.

A las maestras y los maestros que durante mi formación me tuvieron paciencia, me enseñaron mucho de lo que sé y, de alguna manera, dejaron huella en mi forma de ser.

Pero creo que es importante ir más allá de las felicitaciones: debemos reflexionar sobre el papel que cumplen en la sociedad, sobre sus desafíos como gremio y sobre la importancia que debemos dar al sector educativo.

En el terreno político, vale la pena reflexionar sobre el sistema educativo que nos heredaron 30 años de gobiernos neoliberales.

Infraestructura decadente, deserción escolar por carecer de recursos económicos hasta para pagar el autobús de ida y vuelta a la escuela; niñas, niños y jóvenes sin concentración para estudiar porque iban con el estómago vacío o adormilados porque se tuvieron que despertar más temprano de lo habitual. La herencia que nos dejaron es que sólo uno de cada tres niños que entra a la primaria llegará a terminar la universidad. Incluso aquellos que terminan la preparatoria –que tampoco son todos- se topan con una pared para entrar a cualquier universidad o tecnológico.

Los gobiernos neoliberales no podían admitir que era culpa de ellos. Pero había que echarle la culpa a alguien, ¿no? Le pensaron tantito –no mucho- y dijeron: ¡claro! ¡vamos a decir que es culpa de los maestros!

Les dijeron “revoltosos” porque, con justa razón, se manifestaban contra los atropellos laborales hacia ellos. Les dijeron “flojos”, porque tienen vacaciones, sin tomar en cuenta que para ellas y ellos las vacaciones son más cortas porque necesitan capacitarse, que procuran trabajar dos turnos porque un sueldo es insuficiente y que las planeaciones escolares y los reportes los tienen que hacer en el tiempo que supuestamente tienen libre, a veces en horas de la madrugada.

Y entonces sacaron la mal llamada reforma educativa que estaba diseñada para que maestras y maestros pagaran los platos rotos, cuando era precisamente al revés: las maestras y maestros eran el factor que mantuvo de pie al sistema educativo en México.

En el 2018, esa actitud del gobierno cambió con la llegada del presidente Andrés Manuel López Obrador. Y, en Veracruz, llegó un gobernador que es maestro de preparatoria y de universidad, Cuitláhuac García Jiménez.

En la Legislatura pasada tuvimos el gusto de votar a favor de revertir la dizque reforma educativa de Enrique Peña Nieto y, en lo que va de su administración, el gobernador Cuitláhuac ha basificado a más de 29 mil docentes. Hoy, el Presidente anunció un aumento de sueldo de más del 8 por ciento, retroactivo a enero.

¿Tenemos el sistema educativo que nos gustaría? No. Todavía se está trabajando en mejorar los planteles –la mayoría ni a escrituras de propiedad llegaban-, en becar niñas y niños de bajos recursos, en ofrecer espacios alternos a quienes no queden en la universidad que querían.

Sobre todo: cambió el modelo de culpar a las maestras y los maestros.

A las maestras y los maestros hay que felicitarlos y declararles nuestra gratitud y reconocimiento. Pero siempre es mejor demostrárselo con hechos.

*Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Veracruz.