Maricarmen Delfín Delgado
El 28 de octubre de 1886 fue inaugurada la Estatua de la Libertad, símbolo de Nueva York e ícono emblemático de los Estados Unidos de Norteamérica. Fue un regalo de Francia para el pueblo norteamericano en conmemoración del centenario de su independencia. Está situada en la entrada del puerto neoyorquino.
Frédéric Auguste Bartholdi, también conocido por el sobrenombre de Amilcar Hasenfratz, destacado escultor francés es especialmente reconocido por ser el autor de la célebre “Estatua de la Libertad” o “La libertad que ilumina el mundo”, que es su nombre original, ya que la antorcha que sostiene la simboliza. Entre otras de sus obras famosas se encuentra el monumental “León de Belfort”, construido en un acantilado de esta ciudad para celebrar la heroica resistencia durante la guerra franco-prusiana. Además de otras 33 obras escultóricas igualmente bellas e icónicas.
El proyecto surgió en 1871 por iniciativa de un grupo de intelectuales que conformaban la Unión Franco-Americana al frente del académico Edouard de Laboulaye con el fin de encarnar la amistad, la paz y el progreso internacionales y afirmar los lazos entre Francia y los Estados Unidos de Norteamérica. El proyecto original fue de una escultura similar que estaría colocada en aquel país.
Se calcula que el escultor tardó más de diez años (1875-1886) en crear el monumento con la importante colaboración del ingeniero Gustave Eiffel quien diseñó la estructura metálica interna; este proyecto lo inició el escultor Eugene Emmanuel Viollet y a su muerte lo retomó Bartholdi. El escultor tomó como modelo las antiguas obras clásicas, expresando: “Estos seres de granito, en su imperturbable majestad, parecen estar escuchando aún la más remota antigüedad. Su mirada amable e impasible parece ignorar el presente y fijarse en un futuro ilimitado.”
Compuesta por la figura de una mujer que emula a la diosa romana Libertas porta una enorme corona de siete picos, con una altura de 93 metros desde el piso hasta la punta de la antorcha cuya flama está cubierta con láminas de oro de 24 kilates, su singular rostro está mirando hacia el continente que la vio nacer.
¿Pero ese rostro, en quién fue inspirado? La versión más aceptable pone a la madre del escultor como modelo, la señora Augusta Charlotte, Bartholdi nunca desmintió este hecho. Sin embargo, se ha mencionado otra historia más romántica, algunos autores afirman que la verdadera musa inspiradora fue la francesa Isabella Eugenie Boyer, hija de padre francés y madre inglesa.
Ella se casó en Nueva York a los 22 años con el empresario Isaac Singer de 52, fundador de la famosa empresa fabricante de máquinas de coser; en 1867 regresaron a París para años después mudarse a Inglaterra. Singer murió en 1875 quedando Isabella soltera y popular por su atractivo, en ese año Bartholdi aún no se casaba con su amante que posteriormente sería su esposa, se rumora que él la conoció quedando impactado por su belleza.
En 1879 se casa nuevamente con el famoso músico holandés Víctor Reubsaet, violinista y cantante de éxito internacional quien muere en 1887. Aún muy atractiva, en 1891 contrae matrimonio por tercera vez con el coleccionista de arte Paul Sohege. Isabelle muere en mayo de 1904 a la edad de 62 años, curiosamente en el mismo año que Auguste Bartholdi (4 de octubre de 1904), quedando registrada en la historia del monumento como la otra cara de la libertad.