Alberto Calderón P.
“Golpear la piel” es en idioma samoano un habla de la Polinesia, donde surge la palabra tatuaje, para ellos era una especie de simbolismo divino, un acto iniciático que surgía a los ocho años y al paso de la vida se multiplicaban y al morir muchos de ellos los tenían en toda su piel.
Algunos historiadores describen al tatuaje en la actualidad como un resurgimiento a partir de finales de los años sesenta y setenta del siglo pasado, de forma paralela al movimiento contracultural hippie que rechazaba las costumbres, los ideales y modos de vida que promovía la sociedad norteamericana, la guerra y el capitalismo, en el aspecto físico se caracterizaban por dejarse crecer el cabello, la barba, usar ropa colorida, collares, pulseras con materiales de piel y piedras, el atuendo de su piel algunos de ellos tatuados, intentaban representar el amor y la paz, ese símbolo aparecía en su piel, también el amor, la libertad, flores y corazones entre otros.
En la actualidad hay muchos centros de tatuajes y principalmente los jóvenes son los que más se tatúan, los estilos varían, unos buscan un dibujo estético sin un significado aparente, otros prefieren un estilo a la vieja escuela con diseños brillantes, clásicos, la nueva escuela busca diseños más complejos, el estilo japonés con dibujos llenos de significados, el estilo realista que plasma en tu cuerpo un dibujo o fotografía que muchos de ellos son una verdadera obra de arte.
Si lo vemos desde una perspectiva filosófica nuestra piel es una página en blanco como las pieles de animales que se curtían en Pérgamo en un segundo momento después del papiro y que se llamaron “pergamino” y nuestro cuerpo un libro que el tiempo va escribiendo en él, al paso del tiempo, sea con un tatuaje o por nuestro paso por este mundo, nacemos con la gran “o” de nuestro ombligo, después alguna cicatriz, se nos marcan con mayor profundidad las líneas de la mano formando letras, los lunares como puntos entre distancias, las pecas, arrugas, surgen algunas manchas y la exposición de las venas bajo la piel que muestra los caminos y rutas de nuestro interior.
Las personas se tatúan dibujos, otras insertan palabras o frases que evocan familia, amores, acontecimientos, algunos más discretos solo las primeras letras con un significado secreto, no soy afecto, pero reconozco a quienes marcan la diferencia en su piel para adornarse como pergaminos y colorear su propio cuerpo.
Heródoto contó un hecho real sobre los tatuajes. El general Histieo trataba de convencer a su yerno Aristágoras para hacer estallar una guerra contra el imperio persa, era una empresa muy difícil, todos los caminos estaban controlados, los que transitaban eran registrados y si detectaban algo extraño eran torturados y los aniquilaban, Histieo tuvo una gran idea al mandar a rapar la cabeza de uno de sus fieles esclavos, ahí tatuó un mensaje, dejó que el cabello le creciera y así burló la vigilancia de los soldados de Heródoto, las ordenes eran que al llegar buscara al yerno Aristógoras que se afeitara el cabello del emisario y leyera el mensaje, el plan dio resultado, las palabras tatuadas eran: “Subleva Jonia”.
Como esa hay infinidad de referencias en las diversas culturas, lo invito a conocer más esta rama de las inscripciones en las pieles.
Xalapa2000@hotmail.com
Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores (REVECO).