Maria del Carmen Delfin Delgado | Foto: Internet
La música y los sonidos de la naturaleza siempre han sido parte importante en la vida de los humanos influyendo en las emociones como detonante del desarrollo físico y mental, también como elementos fundamentales para la supervivencia y la comunicación. Esta relación de apego tiene su origen hace 50 mil años, antes que la escritura, al parecer surge como parte de los rituales, para los habitantes de la prehistoria danzar y cantar simbolizaba la vida mientras que la quietud y el silencio significaban la muerte. Estas manifestaciones musicales les sirvieron para externar sentimientos variados: miedo, alegría, amor, etcétera.
Charles Darwin en su obra El origen de las especies, afirma que “los sonidos musicales han sentado una de las bases más importantes para el desarrollo del lenguaje, ya que tanto el ritmo como la cadencia de la oratoria poseen rasgos musicales”.
Desde la infancia hasta la vejez, la música ha tenido un papel fundamental en nuestra formación, ha marcado nuestra vida, proporciona sensaciones placenteras, evoca recuerdos, provee una tremenda descarga emotiva liberando tensiones y relajarnos. Expertos en el estudio de la mente, aseguran qué de todas las artes, la música es capaz de modificar la consciencia de una manera más poderosa, es una importante herramienta para el equilibrio entre la mente y las emociones, es el vínculo entre los sentidos y el espíritu.
Para Platón “la música es un arte educativo por excelencia, se inserta en el alma y la forma en la virtud; Aristóteles habló sobre “la necesidad de que la música forme parte de la educación de los jóvenes pues contribuye, de algún modo, a la formación del carácter y del alma”. Beethoven opinó que “la música es una revelación más alta que la ciencia o la Filosofía”. Conceptos variados que coinciden en un solo punto: en los beneficios de conocer y hacer este arte parte de la vida.
La música es un concepto universal, todos reconocemos las composiciones musicales sin importar el país del compositor, el oído capta las mismas notas cualquiera que sea nuestra nacionalidad o el idioma que hablemos, en la música no hay fronteras auditivas, igualmente bailamos un son cubano, un vals alemán, una cumbia colombiana, sentimos la misma sensación de alegría, tristeza, relajamiento o entusiasmo que los demás habitantes de cualquier parte del mundo, así nuestros cerebros captan el mensaje que cada compositor imprimió en las notas.
Como todos sabemos, existen variados géneros musicales, con características bien definidas, con funciones particulares dependiendo de diferentes contextos, música religiosa, clásica, popular, de cine, electrónica, folclórica, instrumental, vocal, dramática, barroca, de cámara, entre otras. Dentro de cada género aparecen otras clasificaciones: rock, blues, jazz, cumbia, disco, vals, tango, mambo, merengue, pop, rumba, salsa, samba, soul, vallenato, bolero, y una gran lista de nuevos ritmos surgidos sin razón.
Además de la rudimentaria música de la prehistoria, seguramente las primeras culturas civilizadas contaban con su propia música como los mesopotámicos, los chinos, los sumerios, acadios, babilónicos y egipcios. En orden cronológico encontramos: música antigua (999 d.C.), medieval (1000- 1599 d.C.), barroca (1600-1749), clásica (1750-1824), romántica (1825-1874), nacionalismo musical (1875-1899), revolucionaria (1900-1939) y contemporánea (1940- 2000).
En el periodo barroco aparecieron la mayoría de los géneros que llegaron hasta el siglo XX como la ópera, el oratorio, la sinfonía, la sonata y la suite; en esta época se consolida el sistema tonal empleado por la música europea hasta el comienzo del siglo.
Tan importante es la música en nuestra vida, que todos la llevamos por dentro.