Alberto Calderón P.
La curiosidad evoca a la intranquilidad, en la historia de la humanidad, ha sido mal vista por la religión, la filosofía e incluso la ciencia.
Pero gracias a ella se buscan respuestas a lo que existe y lo que podrá existir, en la vida de los objetos animados e inanimados que se encuentran alrededor, en lo cercano como en lo lejano, se trata de encontrarles ciertas particularidades que los hagan más interesantes, distintos, hurgar en sus secretos y despertar el asombro como lo mencionaba Foulcault, es una fuerza radical que nos encamina al conocimiento.
Para la ciencia esa curiosidad científica nos lleva de alguna forma a conocer para adaptarnos mejor al mundo bajo todo un esquema basado en la experimentación y sus resultados, pero la curiosidad en muchos de sus momentos es algo más, es una manifestación empírica que surge del interior nuestro como algo natural e inherente al hombre que escudriña con y sin un método para hacerse del conocimiento. En palabras del filósofo inglés del siglo XVII Thomas Hobbes “la curiosidad es uno de los rasgos definitorios del género humano”. Es lo que motiva la infatigable producción de conocimientos.
La palabra empezó a aparecer en los textos del siglo XVI, teniendo su máximo esplendor en el siglo XVII, gracias a ello se desarrollaron hombres de la talla de Galileo Galilei quien utilizó el primer telescopio haciendo aportaciones sobre sus descubrimientos astronómicos. El caso de Isaac Newton quien aporta la ley de la gravedad, o el científico Robert Boyle quien pone fin a varias teorías medievales incluida la alquimia, podríamos seguir mencionando a muchos más, pero es preciso seguir abordando a la curiosidad desde distintos ángulos.
Aunque no existe una definición en cuanto a las variantes que tiene la curiosidad, si se puede identificar cuando la curiosidad lleva como objetivo el conocer asuntos que no son de su incumbencia, como la vida de otras personas. Otras variables se dan de gente que a través de la curiosidad se hace del conocimiento amplio de una sola cosa o por el contrario algunas personas cuentan con un variado conocimiento pero de no mucha profundidad. En la actualidad cuando mencionamos que “algo es curioso” en realidad lo que intentamos decir que el hecho u objeto tiene cierta particularidad distinta a lo genérico que puede ir de lo exótico, hermoso, distinto y muchos adjetivos más y con ello hacia nuestro interior nos dice que hay que poner principal atención a ello.
Cuando el catolicismo prejuició a la curiosidad, aduciendo que el hombre no tenía que meterse a investigar lo que dios había creado y que se dedicara a cosas terrenales y no al conocimiento divino, la curiosidad por la ciencia pasó a la clandestinidad, a ser un secreto, por eso era tan valiosa la información que existía un ejemplo de ello es la enciclopedia más famosa de la Edad Media “Secreta Secretorum” “El secreto de los secretos” un libro atribuido a Aristóteles pero que en realidad es una publicación del siglo X hecha por los árabes, en donde aborda temas de medicina, ética, astrología, política y otros varios que el fraile franciscano Roger Bacon enseñaba en Óxford en el siglo XIII, el mismo que introdujo la pólvora a occidente.
Me quedo con la curiosidad por saber si el tema fue de su agrado, espero que sí, por lo pronto les deseo un año lleno de salud y prosperidad.
Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores (REVECO)