Es octubre, mes de la lucha contra el cáncer de mama en todo el mundo.

Creo que nadie que haya conocido el cáncer de cerca es indiferente a lo que esta enfermedad representa. En un familiar, en un amigo o en su propia persona, estoy seguro de que cualquier contacto con el cáncer es un antes y un después en nuestras vidas.

Incluso aquellas personas que han tenido la enorme fortuna de escribir un final feliz por haber superado esta enfermedad, no pueden permanecer ajenas a la angustia, el temor y el coraje que produce su sola mención. Hay gente que, de hecho, evita pronunciar su nombre.

El domingo me levanté muy temprano para correr en Xalapa la “Carrera por la vida” que organizó el comité de damas de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) en beneficio de la fundación “Ayúdame, Hermano, Tengo Cáncer”. Fueron 7 kilómetros y cada metro lo corrí con esperanza por la evolución positiva de todas las personas que en este momento luchan contra este mal.

Pero no hace falta correr carreras. Todas y todos podemos hacer algo. En el Congreso del Estado, por ejemplo, nos coordinamos con la Procuraduría Estatal de Medio Ambiente y con la Asociación Mexicana de Ayuda a Niños con Cáncer para recoger “taparroscas” de plástico cuyo reciclaje ayuda a financiar tratamientos. Cualquier persona puede acudir a donar las tapitas que recolecte en su vida diaria. No cuesta mucho trabajo.

Hay quienes donan cabello para hacer pelucas, otras pueden donar su tiempo como voluntarias en esta causa que debe ser de todos.

Cuidarnos a nosotros mismos también ayuda. Los exámenes periódicos son fundamentales para cerrarle el paso a la enfermedad cuando está en una etapa temprana y es más factible de tratar.

Por eso, en el Congreso del Estado, un mastógrafo portátil acude cuando menos una vez al año para realizar detecciones de cáncer de mama entre las trabajadoras del Poder Legislativo o entre sus familiares o amigas.

Al lado del indescriptible drama que implican los diagnósticos de cáncer, hay miles de casos de éxito, de remisiones afortunadas, de gente que hoy está con nosotros muchos años después de haber vencido al cáncer y que viven a plenitud su segunda oportunidad en este mundo.

A Gala, que me acompaña a donde quiera que voy, y a todas y todos los que ya no están aquí, les decimos que nunca, nunca, nunca vamos a rendirnos.

Por cierto que en la carrera de ayer quedé en cuatro lugar y la semana pasada quedé en cuarto lugar en la tabla de mejores Presidentes de las Juntas de Coordinación Política de los Congresos del país.

Eso me recuerda que, cuando fui vendedor de la Volkswagen, también fui el cuarto lugar a nivel nacional.

No cabe duda que la Cuarta Transformación, el número 4 y yo estamos muy asociados.

*Diputado local. Presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso de Veracruz.