Alberto Calderón P.

La lejanía del tiempo nos lleva al antiguo dios de la mitología griega Eón, los romanos lo toman para si como un dios supremo, imparcial, es la representación misma del tiempo eterno sin principio ni final.

Así es la cronología del ser humano, no se sabe realmente cual fue su inicio y hacia a donde se dirige, estamos aquí ahora después de miles de años, somos partícipes de una fracción de la evolución de la tierra y de nuestra especie. La tierra para formarse lo que ahora vemos, se necesitaron miles de millones de años, en principio de nuestro sistema solar y por ende, de este nuestro planeta, una vez instalada, surgió un fenómeno hasta el momento único, la vida. Somos tan pequeños y lejanos a otros astros que no sabemos si existe vida en otros: planetas sistemas solares, galaxias e infinidad de formas astronómicas que descubrimos mientras la ciencia avanza a pasos agigantados para ver, no para ir a lugares remotos de nuestro universo. De lo que si estamos seguros es que en el nuestro se gestó entre los 4500 y 3500 millones de años, las bacterias y arqueas ellos fueron los primeros en llegar, organismos unicelulares y los estromatolitos, ellos fueron los primeros en liberar oxígeno mediante la fotosíntesis. La evolución condujo a la oxigenación de la atmósfera, sin embargo, ya existían las primitivas formas de vida antes de la llamada gran revolución del oxigeno hace unos 2500 millones de años, los organismos se empezaron a multiplicar con la presencia del oxígeno que les sirvió a su metabolismo, esta evolución generó organismos multicelulares y que se especializaron las células en funciones específicas, especializadas.

Pero que tiene que ver el origen de la vida explicada de forma tan general, con las flechas petrificadas, pues verán menciona el genetista francés Andre Langaney en su libro por cierto muy bueno, ameno y recomendable La historia más bella del hombre. Cómo la tierra se hizo humana. Menciona que el hombre no desciende del mono, dice categórico que el hombre es una variedad de mono, del que nos hemos querido desligar desde siempre viéndolo como un salto evolutivo en la historia del ser humano, agrega que nuestros genes son idénticos a los del chimpancé. La historia del hombre inicia haca más o menos unos seis mil años con nuestros antepasados el gorila y el chimpancé, para darnos una idea podemos decir que compartimos información genética con los plátanos, las moscas, para ser más específicos con los conejos tenemos una similitud den un 80% de nuestro ADN, pero si vemos el humano comparado con el chimpancé la similitud es de un 999 por 1000, con esto vemos que nuestras especies son muy cercanas. Por sorprendente que parezca significa que para evolucionar a lo que somos actualmente pasamos por linajes que compartieron nuestros ancestros de los prehumanos, pre gorilas y pre chimpancés como lo mencionan los investigadores franceses Bernard Dutrillaux y Jean Chaline. Bajo esta premisa podríamos determinar que nuestras células contienen información genética de nuestros antepasados recientes, pero también de nuestra especie, un ejemplo de ello son el caso de algunos embriones en el vientre de la madre que a las tres semanas desarrollan una cola que posteriormente desaparece, de igual forma lo hacen las branquias, como vemos estos y otras manifestaciones de nuestros antepasados se activan y desactivan en algunas personas. Interesante punto de vista sobre la evolución de nuestra especie. En la siguiente entrega veremos las diferencias evolutivas de nuestra raza analizada desde “los rayos petrificados”.

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Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores A.C. (REVECO).

Miembro de la Red de Escritores y Artistas por la Literatura. A. C.