Coronavirus

Ahora, en medio de esta pandemia que ha costado la vida a más de tres millones de personas en todo el mundo desde que comenzó a principios de 2020, sale a flote una afirmación derivada de un estudio realizado por un equipo de científicos liderados por investigadores del MIT: El ARN del SARS-CoV-2 se puede integrar en el genoma de células humanas.

A medida que se realiza más investigación en torno a la COVID-19 y al Coronavirus responsable de la enfermedad (SARS-CoV-2), salen a flote resultados que parecieran ser poco viables. Es cierto que existen muchos virus con potencial para incrustarse en el genoma humano; de hecho, en nuestro ADN existen rastros de material genético viral que posiblemente infectaron a nuestros antepasados. Además se sabe que hasta el 8% de nuestro genoma está formado por material genético de retrovirus endógenos.

Es bien sabido que esta acción la pueden llevar a cabo cierto tipo de virus conocidos como “retrovirus”, los cuales están equipados con una transcriptasa inversa que sintetiza ADN a partir de ARN viral. Sin embargo, el SARS-CoV-2 no es un retrovirus. «El SARS-CoV-2 no es un retrovirus, lo que significa que no necesita transcripción inversa para su replicación. Sin embargo, se han detectado secuencias de virus de ARN no retrovirales en los genomas de muchas especies de vertebrados, incluidos los humanos», explica el investigador biomédico Liguo Zhang del Instituto Whitehead del MIT, y autor principal del estudio publicado hace unos días en el Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Para su estudio, el equipo utilizó los datos recopilados de cultivos celulares y tejidos derivados de pacientes, los cuales, después de ser analizados, se lograron identificar secuencias parte humanas y parte virales de las aisladas en dichas células; es decir, las células tenían material genético viral incrustado dentro de su genoma.

Inmediatamente el estudio recibió críticas por parte de la comunidad científica, cuando se dio a conocer en su formato de preimpresión, las cuales fueron bien recibidas por los propios autores, debido a la polémica y desvíos que se podrían generar en torno a las vacunas, de las cuales en un inicio salieron a flote muchas teorías conspiranoicas que “afirmaban” que podían modificar el ADN humano (cosa totalmente falsa). Es por esta y otras razones, que el equipo se dio a la tarea de buscar más evidencia que respaldara de una manera más sólida su investigación. Ahora, el estudio ha sido revisado por pares y publicado en PNAS.

En la versión actualizada del estudio, el equipo ha proporcionado nueva evidencia que demuestra que el SARS-CoV-2 puede incrustarse en el material genético del hospedero. Para descartar cualquier posible rastro de material genético viral dentro de las células que pudieran dar falsos positivos, los investigadores se dieron a la tarea de buscar directamente evidencia de secuencias virales realmente dentro del genoma humano, para lo cual recurrieron a tres técnicas de secuenciación.

Sin embargo, el coronavirus responsable de la COVID-19 no cuenta con una transcriptasa inversa, entonces ¿Cómo es que logra ingresar su material genético en el genoma hospedero? Al analizar las secuencias obtenidas, el equipo encontró secuencias de los transposones LINE1 en regiones donde se identificó el material genético viral, los cuales, de acuerdo con los autores del estudio, son una fuente de RT (transcriptasa reversa) celular endógena. Este tipo de transposones se han visto involucrados en muchas afecciones, incluido el cáncer.

Sin embargo, el hecho de que este trabajo se haya realizado en cultivos de células infectadas en laboratorio y no en hospederos humanos reales, deja muchas cosas que pensar. Si bien los fragmentos no son capaces de construir nuevas partículas infecciosas, no está claro si podrían ser biológicamente activos de otras maneras.