Maricarmen Delfín DelgadoEl amor es un sentimiento abstracto y universal que experimentamos todos los humanos, con diferentes interpretaciones y connotaciones según el contexto en el que se manifieste: amor por los padres, por los hijos, los amigos, las mascotas, el medio ambiente, por nuestro trabajo, por otra actividad, en fin, por todo lo que no hace sentir bien y felices. Por lo otro lado, algunas personas olvidan amarse a sí mismas lo que conlleva al descuido, a la desatención, en algunos casos al sacrificio propio. En este mes que la mercadotecnia ha designado como propio para expresar este sentimiento, a pesar de ser otro su origen, vamos a reflexionar acerca de ello.
Desde tiempos remotos el amor ha sido el motor, la inspiración en muchos ámbitos de la vida, este sentimiento alienta a seguir viviendo, a mejorar como personas, sin embargo también se puede morir de amor, no por suicidio, por una afección cardiaca llamada “el síndrome del corazón roto” o cardiomiopatía de Takotsubo, afirman los cardiólogos que si alguien lo padece debe tomarse muy en serio ya que su vida corre peligro; con síntomas parecidos a un infarto de corazón: dolor en el pecho, falta de aire, sudoración fría y palpitaciones son los primeros provocados por una fuerte descarga de catecolaminas al corazón, provocada por tristeza, angustia o demasiado estrés asociada a situaciones como rompimientos amorosos, situaciones de separación, muerte de la pareja, en otras. Si no es atendida a tiempo la persona si puede morir a causa del corazón roto.
Gracias a los avances en la investigación científica, sabemos en qué parte del cerebro se almacenan los recuerdos y dónde se origina el razonamiento, ahora neurólogos especialistas han localizado el punto donde se originan las emociones cuando la persona se enamora, su estudio demostró que el amor se vincula al sitio donde se ubica el deseo sexual pero están separados, misma zona donde se generan las adicciones que es el llamado sistema límbico, un conjunto de estructuras importantes que incluyen el hipocampo y la amígdala, entre otras.
En esta región se controlan una serie de funciones que incluyen las emociones, la conducta, la atención, el estado de ánimo, la memoria, el placer (por la comida, por leer, por el ejercicio, etcétera) y la adicción; a diferencia de otras emociones «concretas» como la ira o el placer, el amor es mucho más complejo y abstracto y parece involucrar muchas áreas del cerebro.
Los resultados de los estudios revelaron que dos estructuras del cerebro en particular, la ínsula y el núcleo estriado, son las responsables tanto del deseo sexual como del amor, pero que cada uno activan diferentes áreas y la del amor es mucho más compleja. Mientras el placer sexual tiene un objetivo muy específico, el amor es más abstracto y complejo por lo tanto menos dependiente de la presencia física de otra persona. Algo que sorprendió a los científicos fue encontrar que la zona del núcleo estriado que se activa con el amor también está asociado a la adicción a las drogas.
Los abrazos y los besos estimulan la liberación de dopamina (neurotransmisor responsable de múltiples estímulos) que refuerza las relaciones personales y sentimentales. De igual manera, percibimos las feromonas, químico neuronal que se libera en el ambiente para atraer una pareja en tiempos de reproducción, están en el aire, solemos captar este químico sin darnos cuenta y sentir atracción por la otra persona; más increíble aún, esta tendencia biológica se realza en San Valentín, debido a la predisposición que las personas suelen tener para esta fecha.
Aunque nuestra vida amorosa en parte se deba a reacciones químicas cerebrales principalmente, no significa que estemos programados por la naturaleza solamente para preservar la especie, hemos desarrollado una gran capacidad de amar, no sólo es la atracción física, ya lo dijo Platón hace más de dos mil años: el amor se basa en la admiración a la pareja, en el crecimiento personal con el apoyo mutuo, consiste en amar su belleza en la forma más pura, mucho más allá de la atracción física, es entregarse totalmente al espíritu y la esencia de la persona. ¡Feliz Día del amor y la amistad!