Alberto Calderón P. | Imagen: internet

Cuando uno piensa que captar, investigar, analizar, proponer y difundir todo lo relacionado con las bellas artes que ya es en sí toda la tarea que desarrolla el periodismo cultural, solo esta viendo la punta del iceberg.

La cultura es un amplio espectro donde tienen cabida todas las manifestaciones pasadas, presentes y futuras del ser humano y su entorno, una de los puntos álgidos es el análisis de la problemática social vista desde la perspectiva cultural, no solo es una reseña de la producción artística, dedicarse a este punto es estar inmerso desde la objetividad e imparcialidad para que el lector determine basado en su criterio y conocimiento lo conducente, pero (siempre hay un pero) uno de los compromisos del articulista o columnista que se dedique a esa rama de la información debe tener presente que también es un orientador y su interpretación personal cuenta mucho en la divulgación escrita o verbal de lo que se comparte.

Día con día se presentan acontecimientos novedosos, pasados o presentes o con perspectiva de futuro y comunicarlo se convierte en una necesidad para quienes nos gusta la divulgación personal e independiente de todo lo que abarque la cultura, poco a poco ante la competencia de divulgadores espontáneos surgidos en las redes sociales que sin tener los conocimientos difunden información parcial, falsa, o tendenciosa y que cuentan con un público que sigue esas corrientes informativas, eso aunado al “periodismo funcional” que se encuentra viviendo para complacer al mejor postor, realizando una divulgación “práctica” que ofrece un soporte social al estado de cosas, en todos los momentos históricos de nuestro país hay informadores de esa índole, unos que surgen con las nuevas formas de gobierno, otros se adaptan a las nuevas condiciones pero todos sin distinción sirven al grupo dominante para la difusión de su pensamiento y proyecto exaltando ocurrencias y otras formas novedosas sin compararlas para comprobar su veracidad y mucho menos desmentirlas.

El periodismo no solo debe ser el espejo superficial de una realidad, debe ir más profundo buscando comprobar el hecho y a partir de ahí hacer el análisis y con independencia juzgar desde una perspectiva cultural el impacto de los acontecimientos. Sin embargo, desde que la polarización de los proyectos, principalmente políticos han distanciado, dividido o confundido haciendo aparecer como verdades absolutas los hechos comparando insistentemente el pasado con el presente por medio de ese “periodismo funcional” y la divulgación del estatus quo. El análisis crítico u objetivo es tomado como la rivalidad o confrontación hacia un proyecto en funciones, como se defiende un mal manejo de la pandemia, los recortes a la cultura, a la divulgación de las ideas plurales en los medios, mientras unos reciben grandes cantidades de millones a los que no son afines les recortan, critican, desprestigian, exhiben sin razón o anulan la publicidad gubernamental.
Lejos quedaron aquellas épocas de la colonia donde la información se repartía en volantes, hoy con el poder del Internet y sus regulaciones privadas lo que en otro momento fueron las “benditas redes sociales” se vuelve una sombra que crece cuando los gobernantes pueden ser sancionados o definitivamente expulsados por difundir noticias falsas, por ello el afán de protegerse. Lo que realmente deberían legislar es acabar con los chapulines que tanto daño le hacen a la sociedad.

Xalapa2000@hotmail.com
Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores (REVECO).