Alberto Calderón P.
Otro de los grandes daños colaterales que nos dejará la pandemia es el de la educación, siendo un elemento tan importante para nuestra sociedad como el trabajo, la salud o la alimentación, pareciera ser que sólo en recientes fechas vuelve a estar en voz de las autoridades.
Una triste realidad es ver que cada sexenio, cada gobernante y corriente política adopta modelos educativos que considera los más viables para mejorar, y los anteriores los consideran obsoletos o incompletos, si bien es cierto que la llegada del virus en forma discreta y al poco tiempo masiva, paró actividades, tomó desprevenidos a muchos sectores de la sociedad, en el caso de la educación muchas generaciones de maestros no estaban familiarizados con una enseñanza digital, las aplicaciones para impartirlos y muchas dificultades más que tuvieron que sortear, los alumnos (muchos de ellos) más familiarizados con las tecnologías se vieron en la necesidad de tomar sus clases desde sus casas, unos solos, otros con el apoyo de sus padres.
La educación no se encontraba en sus mejores momentos, estaba viviendo una nueva transformación en el diseño de programas, libros, procesos educativos y administrativos y de un día para otro se tuvo que improvisar como enseñarles a los niños a los jóvenes, en una aventura como dios les dio a entender en muchos casos, pero no se preocupen que el gobierno para quitarse de problemas aprobó a todos para pasar al siguiente nivel, ya después se resolverán las deficiencias de aprendizaje.
Ya veníamos de un sexenio con Enrique Peña que privilegió lo administrativo a lo educativo, con el objetivo de desarticular a un poderoso gremio, ahora viene la contrareforma con cambios que sorprenden en las políticas culturales para los que estudian como para los creadores y de paso la población, truncar o prácticamente desaparecer el potencial pensamiento, la creatividad y la inteligencia individual.
Ahora viene nuevamente el siguiente ciclo escolar con una carga de enormes incógnitas, usted se ha puesto a pensar que para un maestro sus herramientas de trabajo son un salón de clases, un pizarrón, plumones, gis, hojas, cuadernos, lápices, muchos de los materiales los compran con recursos propios, ahora las clases en línea no creo que les hayan preguntado si todos tienen una computadora y si está en buenas condiciones, nuevamente el gobierno pasa por alto o da por sentado que los recursos materiales tienen que salir del bolsillo de los maestros.
Con bombo y platillo se anunció que las compañías de televisión abierta ofrecerán horas para la enseñanza de los alumnos, ¿quién las impartirá?, horarios, grados escolares, métodos educativos, serán similares a las clases impartidas por los maestros en internet o distintas, los sistemas de evaluación, solo por mencionar algunas preguntas que nos hacemos, otro factor son las comunidades que no cuentan con servicio de internet o los niños no tienen una computadora, nuevamente la educación llegará con mayor facilidad a las zonas urbanas que al medio rural en donde la pobreza y dificultades son mayores.
El retorno a las aulas en el semáforo verde puede llegar en unos meses (eso esperamos todos) o puede tardar más, qué tan preparados estarán los alumnos que pasaron por un proceso educativo en línea, que también nos proporciona una posibilidad de sorprender y resultar algo verdaderamente bueno. La respuesta está en el viento.
Xalapa2000@hotmail.com
Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores (REVECO).