Alberto Calderón P.

Hace unos días platicaba con unos amigos en un café acerca de los seres vivos mejor adaptados en este planeta, la plática nos llevó a la adaptabilidad y la inteligencia, esto condujo a buscar referentes acerca de las innumerables virtudes que cada una de las entidades vivas tienen.

El principal error que cometemos es pensar en la inteligencia superior de los seres humanos comparada con “otros” y a partir de esa premisa descalificarlos, viéndolos como seres inferiores, esto es algo que debe cambiar en nuestra apreciación. Charles Darwin sostenía que la inteligencia evolucionó a partir de los desafíos a los que se enfrentaron los seres vivos para encontrar alimento, pareja o defenderse de sus enemigos. Nos regimos por patrones de inteligencia diferentes para la solución de los problemas de vida y supervivencia.

Gran parte del siglo pasado se descalificó la inteligencia animal, dejándola en el terreno de las emociones y la ingenuidad. En la actualidad quedamos sorprendidos de cada descubrimiento sobre el conocimiento animal, muestra de ello es que con una dotación neuronal independiente un pulpo pueda mover de forma autónoma cada uno de sus ocho tentáculos.

El biólogo alemán Jakob von Uexkül, nos lleva por mundos diferentes al nuestro como el de la garrapata, un arácnido que no tiene ojos, sube a un tallo entre uno y otro puede pasar 18 años sin alimentarse, con una paciencia inmensa espera entre la hierba el olor del ácido butírico que expele la piel de los mamíferos y se aferra a él, para llenarse de sangre caliente, después de lo cual ya puede poner sus huevos para reproducirse y finalmente morir. Esto es una muestra de que nos jactamos de conocer nuestro mundo (en realidad de forma parcial) pero existen muchos mundos diversos, maravillosos y sorprendentes en el planeta.

Para satisfacer sus necesidades algunos perciben la luz ultravioleta, otros se guían por los olores, viven algunos bajo la tierra o en las ramas de los árboles. Los murciélagos son capaces de escuchar los débiles chasquidos, esas vocalizaciones ultrasónicas para orientarse y posarse en las ramas, aleros, a pesar de ser ciegos, capaces de detectar y ubicar a las polillas hasta diminutos mosquitos. Quien descubrió esto fue el norteamericano Donald Griffin apoyado por un equipo que percibía ondas sonoras arriba de los 20 khz.

La inteligencia muestra la capacidad de los murciélagos, aplicando sus conocimientos con éxito, esa información sensorial no la percibimos nosotros, más que con la ayuda de máquinas hechas para esos fines. El caso de las ardillas también nos sorprende, son muy buenas para recordar, un ejemplo de ello es que en otoño esconde miles de avellanas, nueces y otras semillas para las temporadas de invierno y primavera en cientos de escondites, en esos meses cruentos, logra acordarse y sacar sus provisiones.

A diferencia de los humanos, nunca podrán contar numeralmente como ellos pero desde su concepción del mundo en el que viven lo hacen bajo otros parámetros, por ello podemos decir que son exitosas. En los años recientes la biología y otras ciencias afines han profundizado en el estudio de las especies, tratando en lo posible de acercarse a los diversos mundos y sus habilidades del conocimiento.

Esperamos tener una visión más amplia y comprensiva de los seres con los que compartimos nuestro entorno en este maravilloso planeta. ¿Usted que opina?

Xalapa2000@hotmail.com

Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores (REVECO)