El 21 de febrero es el Día Internacional de la Lengua Materna, fue proclamado por la Conferencia General de la UNESCO en noviembre de 1999, y la Asamblea General celebra la proclamación del Día en su resolución A/RES/56/262 de 2002, con el objetivo de promover el multilingüismo y la diversidad cultural.

La capacidad aglutinadora de la identidad étnica se basa mayormente en el contenido afectivo surgido de la concepción moral y simbólica, y es precisamente la familia el primer ámbito socializador y la primera referencia hacia el mundo exterior, donde se tejen fuertemente los lazos afectivos mediante la interacción constante y prolongada entre sus miembros. La familia es el ámbito social y cultural históricamente recocido donde se dan los procesos de negociación y reproducción de conceptos sociales, culturales, económicos, morales, religiosos y de género, tanto individuales como colectivos.

Todo este proceso de transmisión y aprendizaje tiene como mecanismo imprescindible el idioma, la lengua materna como vehículo identitario y aglutinador, es un reservorio de la cosmogonía y, por lo tanto, de la explicación y justificación real y mitológica de la existencia del hombre, de su origen y su fin, de cómo deben ser las cosas para una vida recta y placentera, cimientos de la formación moral.

El idioma originario puede llegar a ser elemento determinante en la estructura de las familias que han migrado, por gusto o por necesidad, a las ciudades donde su panorama es limitado por la discriminación o por falta de conocimiento del medio, el tipo de relación cotidiana que se mantenga entre los miembros se sobrelleva mediante los afectos consolidados desde el nacimiento y la formación familiar, donde la lengua natal es un elemento aglutinador e identitario.

El idioma originario cohesiona a estos migrantes en un contexto ajeno, en la mayoría de los casos, en formas de residencia conglomerada o redes de paisanazgo, así vemos en la mayoría de las etnicidades urbanas, el apego a las raíces culturales como la indumentaria y la comunicación en su propia lengua cotidianamente. En los casos que la cultura urbana influye desarraigándolos de su estereotipo para imitar las formas citadinas de vida, la lengua materna sigue como factor de identidad étnica y familiar.

El idioma también funge como fuerte barrera de rechazo para mantener la privacidad ante los hablantes de español, si hay la necesidad de interactuar con ellos, se comunican en su lengua original con los suyos dejando al citadino en la ignorancia sobre el diálogo. El aprendizaje de la lengua materna es un fenómeno natural que se da bajo circunstancias normales del desarrollo humano y no a partir de la enseñanza expresa de ésta. Dicho aprendizaje comienza desde que el niño nace, con sus primeros balbuceos y llantos siendo crucial la interacción de la familia, principalmente el padre y la madre.

Todo ser humano tiene la capacidad de aprender su lengua materna, sólo se necesita un entorno favorable para un desarrollo satisfactorio, idealmente en el ámbito familiar.