Alberto Calderón P.

La sociedad ha avanzado para romper las barreras de la que durante mucho tiempo se llamó “alta cultura” que separaban a las élites de una intelectualidad con un comportamiento esnob que desdeña a toda la cultura que llaman baja, vulgar, popular. 

Durante mucho tiempo la música y la pintura principalmente fueron hechas por encargo como el acorde de los 24 violines del rey Luis XIV de Francia, quien también bailaba desde la edad de los siete años y los pasos que aprendió formaron lo que a la postre sería la base de lo que conocemos hoy como el ballet clásico, el rey de Prusia Federico II conocido como “Federico el grande” era amante de la flauta, muestra de ello fue la creación de cien sonatas para ese instrumento aparte de otras composiciones que se le conocen. En la pintura también se tienen muy destacados creadores estos eran llamados pintores de cámara o pintores de la corte, “Las meninas” pintada en una estancia del palacio de la familia de Felipe IV por Velázquez en 1656, como estos ejemplos existen infinidades ya Miguel Ángel y el propio Leonardo da Vinci hicieron parte de su obra a otro de los poderes, la religión, esto va dando forma a una separación del arte y los artistas con la población que solo tenía la opción de enterarse cuando salía del hermetismo y los círculos en donde se producía, hasta hace apenas unas décadas ese grupo selecto, seguía siendo muy cerrado, la oferta estaba dirigida a un grupo social determinado como lo menciona el destacado filósofo francés Pierre Bourdieu cuando menciona a esos grupos “exclusivos” que solo permitían a un grupo social y económico de su clase, dando las manifestaciones artísticas un carácter cerrado y de pertenencia, en cierta medida era su forma de hacer diferencia con los demás estratos sociales, separándolas salvaguardándolas, así fue moldeándose la “alta cultura”, como decía Oscar Wilde eran “…espíritus cultivados, elegidos….”. 

Bourdieu aborda el tema de la cultura en su libro “La distinción” publicado hace más de treinta años, en 1988, ahí nos dice que no debería de ser un espacio para un reducido grupo, por el contrario debe ser un agente de cambio, un elemento para guiar la evolución social hacia el enriquecimiento de la condición humana. Agregaría que la cultura debe ser un rayo de luz que los ilumine a todos, que llegue hasta las profundidades para que nadie se quede sin apreciar el arte en todas sus manifestaciones en las miradas, en los oídos, los hogares, el campo y la ciudad, que rompa los prejuicios, que se integre a la piel, a la conciencia y como lo decía Matthew Arnold en su libro “Cultura y Anarquía” difundir en todos los confines lo mejor que se ha pensado y conocido del mundo, lograr que todos los hombres vivan en una atmosfera cargada de belleza e inteligencia.

La evolución nos ha llevado a la diversidad cultural, al cruce de gustos, las élites se diluyen, el consumo cultural es variado, la música clásica se integra al rock y viceversa. Los estilizados concertistas visten ropa casual como una de sus formas de expresión, la lectura digital y la impresa armonizan al igual que la experimentación artística y la clásica, también se tocan y entrelazan creando nuevos conceptos, pasamos de un gusto a otro en un instante, ahora lo refinado en la estética busca las masas de consumidores de cultura para no desaparecer, el mundo está cambiando.

Xalapa2000@hotmail.com

Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores (REVECO)