• Obra reciente de Martha Elsa Durazzo

Maricarmen Delfín Delgado

Somos un país multiétnico, nuestros orígenes son el resultado de una amplia mezcla de razas iniciada con la invasión española que alteró la pureza indígena con la sangre europea, más tarde por el contacto con las personas procedentes de África en calidad de esclavos, esta combinación sanguínea creció, creó una genética con características singulares predominantes hasta la actualidad, la mayoría de nosotros somos descendientes de pobladores africanos, llevamos dentro la tercera raíz, la que nos induce inconscientemente a pensar en ese pasado intrigante.

Así le sucedió a ella, la atracción por ese mar dónde navegaron cientos de embarcaciones cargadas de todo tipo de mercancía, la sumergió en sus cavilaciones, la llevó a penetrar a través de las páginas de un libro con sonidos de negritud, al centro mismo del escenario que se convirtió en el crisol donde se mezclaron la sangre, la humillación y la dignidad de una raza tan fuerte como el color de su piel.

La obra que hoy nos ocupa, nos lleva de la mano a recorrer un territorio devastado por la ambición y la barbarie, donde a pesar de imperar la fuerza de la maldad extranjera, sus pobladores luchan inútilmente para defenderse, con la consecuente pérdida de la vida y de la libertad a los que sobreviven a las despiadadas agresiones.

Martha Elsa Durazzo nos deleita nuevamente con su muy peculiar estilo, plasma con suave escritura la fuerza que le caracteriza imprime su personalidad en cada párrafo, la tinta lleva la esencia de una mujer sabia, conocedora de su actualidad pero también del pasado, con el que entreteje la realidad vivida y la historia cimentada en la investigación y la intuición.

La esclavitud como eje primordial de la novela, es planteado con tinte de veracidad, aunque se trate de una narrativa del género fantástico, ubica esta realidad claramente en un entorno de imaginación, viajamos con ella de un mundo a otro como en un sueño que al unísono se convierte en real, invitando al lector a sentarse junto a las protagonistas principales para sentir en la propia piel las sensaciones descritas.

En África sin cadenas, viajamos acompañando a los personajes, mujeres que denotan inteligencia, valentía y fortaleza, poderosas como toda mujer lo es, lo que autora marca en cada acción plasmada con claridad en el desarrollo, con imágenes claras describe la belleza del entorno, caminamos entre veredas, escuchamos el canto de las aves, el rugido de felinos, el baritar de los elefantes, percibimos el vuelo de las águilas en la cercanía. Con su diestra pluma nos hace testigos de la barbarie,

de la violencia, de las transgresiones que los captores aplican para adueñarse de esas vidas, de esos cuerpos, de su humanidad.

En medio de un torbellino de fuertes emociones, sintiendo indignación, impotencia y rechazo por aquellos hombres que torturan, violan despiadadamente y asesinan sin distinción, Martha nos brinda un descanso, apoyada en la anacronía nos permite ir de un contexto a otro, de la época donde se desarrollan los cruentos hechos a la tranquilidad cotidiana que comparte la narradora, con saltos en el tiempo nos hace partícipes de dos historias, de dos épocas, de dos vidas, entrelazadas por la magia espiritual y la magia de la escritura.

Su pluma revive, mediante la narrativa de ficción, el origen de un gran personaje, prácticamente desde la gestación hasta la etapa que lo ubica como singular libertador, a través de las vicisitudes y hazañas de la madre, que ante la muerte del progenitor y rey de la tribu, recibe el mensaje y la fuerza sobrenaturales para llevar a buen fin el destino del príncipe esclavo; hechos que el lector siente vivir llevado por habilidad envolvente de la escritora.

África sin cadenas, testimonio novelado en una conjugación de necesidad añeja, tributo a la herencia cultural y genética, rescate literario de la libertad secuestrada.