• El bienestar es una de las tendencias de más rápido crecimiento en la industria hotelera mundial pero, ¿está el sector preparado para lo que demandan sus huéspedes?

Fuente: Lorena G. Díaz
Periodista de Viajes National Geographic

Me hice esta misma pregunta hace unas semanas, cuando fui invitada a conocer y participar en un retiro en Portugal. El turismo de bienestar es hoy una industria de más de 700 mil millones de euros. Y sumando. Con una imparable tendencia al alza, esta es solo una cifra que nos orienta por dónde van los deseos de los viajeros y huéspedes, pero, ¿de qué hablo cuando hablo de bienestar en el mundo de la hotelería?

La RAE define la palabra bienestar como el “estado de la persona en el que se le hace sensible el buen funcionamiento de su actividad somática y psíquica”. Este concepto aplicado a hoteles nos aporta una visión mucho más amplia a la hora de ayudar a las personas a sentirse bien, aunque también puede transformarse en una vacua estrategia comercial. La propia OMS reconoció en 2019 el agotamiento como un fenómeno ocupacional, así que aquí viene el gran reto, porque ofertar una experiencia hotelera basada en el wellness no es algo que pueda estar solamente centrado en una comida saludable, un producto de cercanía o la tecnología más puntera en el gimnasio. Las comodidades están muy bien (piscinas de agua salada, sauna, o hasta bicicletas estáticas en la habitación), pero el viajero está hoy velando por su seguridad, tanto en la vida como en los viajes, porque somos más vulnerables que nunca.

Que el bienestar ha llegado para quedarse en una de las industrias -la hotelera- más flexibles, es algo que ayuda a replantear lo que realmente importa al huésped en el sector de la hospitalidad. Ahora que el mundo comienza a viajar de nuevo y lo hace a través de un prisma en el que la seguridad es una máxima, está claro el concepto de bienestar que los hoteles imputaban en la factura era, en realidad, una ilusión del bienestar. También hay hoteleras a la contra. Hilton anunciaba hace unos meses que eliminaba la limpieza diaria de sus habitaciones de hotel, dejando la responsabilidad de solicitarla al propio huésped. Este despropósito llega, en mi opinión, en el peor momento posible, justo cuando más seguro y tranquilo necesita sentirse el propio huésped. Yo misma he podido comprobarlo durante un viaje a Dubái cuyo hotel, gestionado por Hilton, había suprimido este servicio diario alegando motivos medioambientales. Cada mañana, antes de dejar la habitación, tenía que llamar para solicitar la limpieza. No me sentí ni relajada ni cuidada.

Y si estamos de acuerdo en que este confort emocional y personal que ansía el huésped está más relacionado con la conexión, la cultura, la confianza o la propia realización personal, lo que el viajero necesitará, más que una clase de yoga de 9 a 10, será un viaje transformador. En las Maldivas, el equipo de Joali Maldives, una de las referencias del lujo hotelero en las islas, acaba de lanzar JOALI BEING, un concepto único en el destino dedicado 100% al bienestar inmersivo. Allí se va con el objetivo de sentirse bien y de eso se encarga la programación, que invita al huésped a reconectar guiado a través de un viaje de autodescubrimiento y renovación con el objetivo de regresar a casa renovado. Todo, desde las instalaciones hasta las experiencias adaptadas al milímetro a las necesidades del huésped, esto no es un hotel cualquiera, no hay alcohol y los móviles no están permitidos.

Y es esta experiencia transformadora la base de la estrategia sobre la que debe trabajar el hotel. El bienestar es hoy mucho más que un reclamo comercial, es una industria enorme con un tirón imparable. Así lo viví tras los siete días de retiro en Portugal donde comencé, además, a escribir este texto. Fue allí cuando caí en la cuenta del mundo de posibilidades que tienen ahora las hoteleras para adelantarse a las necesidades de un huésped que tal vez no sepa ni lo que necesita: si hay un elemento común en esto es que el bienestar es relevante para todos. Yo tampoco era consciente de lo mucho que necesitaba ese retiro: sus clases de yoga, los abrazos de los otros participantes, aprender a respirar para tratar de controlar un poco mejor el estrés o someterme a un detox digital. Es evidente que los retiros de bienestar también han encontrado muchas, y muy buenas, formas de interpretar la tendencia que en este caso está más asociada a la cultura local, la gastronomía, el networking y el cuidado personal y un poco menos al ámbito espiritual.

Hay un evidente cambio en las prioridades del viajero y en lo que concierne a la industria hotelera, se abre una oportunidad tremenda en un mundo “postpandémico”.