Maricarmen Delfín Delgado

Lo que empezó por ser necesario se volvió objeto de deseo, de lujo, de estatus y hasta de narcicismo, tanto mujeres como hombres son seducidos por sus encantos; de piel, de tela, de plástico, de vinyl, de carnaza, de madera, de tantos materiales como se pueda fabricar, de todos los colores y tonos, es el zapato. Hay algo en ellos que nos fascina y nos atrae que hemos coleccionado en nuestro armario piezas que tal vez no ocupamos, sólo están por la atracción del momento. Sin embargo, hay quienes no los usan, por no contar con los medios para comprar un par o por tradición como en las comunidades apartadas regidas por usos y costumbres.

Su historia comienza hace 10 mil años a. C. aproximadamente, el primer calzado en la prehistoria fueron las sandalias, gracias a su sencilla elaboración con una suela rígida y tiras o correas atadas que atravesaban el pie, hechas con cuero y fibras vegetales tejidas. En el año 2500 a. C. los egipcios dejaban sus huellas sobre la arena mojada para fabricar sus sandalias, con suelas de papiro tejido o madera complementadas con correas de cuero, las mujeres las adornaban con joyas para cubrir el pie. En Tebas en el año 1500 a.C. se fabricaban zapatos completos con fibra de palmera y adornos que marcaban la clase y la condición social. Ya para el año 800 a. C., ya se usaban botas altas y bajas, de piel de vaca y de cabra amarradas al frente y a los lados.

Ya para el siglo XV de nuestra era la moda y las técnicas habían avanzado, tanto hombres como mujeres de clase alta usaban calzado con forma de zapatilla, el pueblo usaba sandalias de madera al igual que los monjes franciscanos. En 1560 en Venecia se popularizó el uso de los “chapines”, zapatos hechos de madera o corcho con plataformas que llegaban a alcanzar hasta 70 centímetros. En 1695 imperó el estilo rococó, zapatillas de tacón rojo con incrustaciones de cordones plateados en la lengüeta, usados por hombres y mujeres. En 1700 fueron las zapatillas con tacón grueso y curveado y puntiagudos, adornados con perforaciones en la parte superior dando un aspecto muy llamativo. En 1730 el estilo del tacón cambió, se prefería ancho y resistente, con el tiempo los ingleses cambiarían su estilo elegante por algo más cómodo, cobrando fama como fabricantes de zapatos a la medida.

Los zapatos con lazos decorativos aparecieron en 1785, de tacón bajo y punta redondeada, el zapato masculino experimentó significativas transformaciones con mucha decoración predominando el calzado de piso. En 1800 se hacen generalmente de cuero grueso que denotaban sencillez y elegancia al vestir en el neoclásico. En 1855 los tejidos y adornos fueron un reto para los zapateros, se confeccionaron zapatillas de piso con paja para sombrero que hacían juego con los encajes en las camisas y crinolinas en las faldas. El zapato de salón sin adornos en 1874, con tacón mediano práctico, elegante y conservador, llegaron a formar parte de los uniformes de las cortes, populares tras la invención del charol.

Los mocasines predominaron a partir de 1875 abandonando la suela rígida, eran confeccionados por las costureras indias americanas añadiéndoles forro de tela y lazos de seda. Las zapatillas con lazos gigantescos en forma de moño fueron la moda en 1880, ideales para eventos sociales para hombres y mujeres, adornados con pedrería y tela bordada. En 1890 las mujeres occidentales empezaron a llevar zapatos con pedestales forzando el pie como antiguamente se hacía con los “pies de loto”, elaborados con capas cosidas de algodón almidonado con 15 centímetros de altura.

Continuaremos con este recorrido a través del tiempo, seguiremos los pasos que pisaron todo tipo de calzado hasta nuestros días.