• La ausencia de AMLO crea incertidumbre informativa
  • El hueco se cubre con rumores o noticias falsas
  • Lo que recomiendan 30 expertos para recuperar la confianza

Miguel Angel Cristiani Gonzalez

Resulta muy interesante y reveladoras las conclusiones de treinta expertos que recomiendan al Gobierno recuperar la credibilidad sobre la pandemia, sobre todo en estos momentos de incertidumbre informativa por la ausencia del presidente de la república Andrés Manuel López Obrador que ha dado origen a una serie de especulaciones de todo tipo.

El hecho de que repentinamente, el presidente de la república haya desaparecido de los escenarios políticos, incluso del foro más importantes como lo son las conferencias mañaneras y aunque se jura y perjura que su estado de salud es bueno y que no hay motivo para preocuparse, ha motivado que surjan distintas teorías confabularías.

Un principio elemental de la comunicación, es que cuando existe un vacío o no hay la información necesaria, ese hueco se llena con rumores o noticias inexactas, como de hecho, ya está ocurriendo.

Por eso es muy importante el reportaje que publica el diario español El País, en su sección de México, en donde un grupo de científicos y académicos mexicanos critican en un documento la “politización” del proceso de adquisición y desarrollo de la campaña de vacunación

El documento asegura que el cubrebocas no admite discusión. México debe implantar su uso “obligatorio”, “distribuirlo en el transporte público” y reforzar este mensaje “desde la cúpula del Estado”, así como averiguar las razones de aquellos que se niegan a llevarlo. Estas recomendaciones, sin matices, se repiten a lo largo del informe elaborado por una treintena de expertos para afrontar lo que queda de pandemia, un camino que no será corto, advierten. La virtud de este documento de 140 páginas es que es compartido por el Gobierno y ha propiciado uno de los cambios más significativos de los largos meses de pandemia: la promesa de una rectificación de la gestión de la crisis en aquellos aspectos donde haga falta. El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, ha asegurado que a partir de estas reflexiones se puede hacer “un alto en el camino” y revisar lo que se deba mejorar, incluso “dar un vuelco” en algunas acciones que se han tomado.

Sobre la información: Uno de los capítulos más polémicos a lo largo de toda la pandemia ha sido la información que el Gobierno ha hecho llegar a los ciudadanos, a pesar de que se celebran ruedas de prensa diarias desde el primer momento. “La información, ante algunos grupos, da la apariencia de que se ha manejado de manera poco clara”, afirma el maestro en Salud Pública Gustavo Olaiz, y de sus palabras se infiere que el Gobierno ha perdido, de este modo, la confianza de la ciudadanía, dado que recomienda que sea “recuperada”. “Que los mensajes sean consistentes, continuos y confiables […] Si seguimos recibiendo información contradictoria, no hay forma de que se cumplan las medidas sanitarias adecuadamente”, afirma.

El análisis de los expertos se detiene en varias ocasiones en la credibilidad perdida. Señala que “el modelo de comunicación está agotado y hay que reorganizarlo para fortalecer los mensajes. La población debe recibir información oportuna, regular, precisa, fácil de usar, apropiada y confiable de la pandemia y las medidas de salud a través de mensajes claros e inequívocos”. Se piden estrategias de “colaboración entre las autoridades de salud y los medios de comunicación para difundir información de manera oportuna y precisa”. No es el camino que se eligió en los últimos meses, donde los medios de comunicación, con frecuencia, han sido sometidos a escarnio y regañinas en conferencias públicas. La información estadística de la pandemia también sale malparada en el informe aunque se achaca, entre otras cosas, a la debilidad de los sistemas de recogida y procesado de datos, por ejemplo en lo que a defunciones se refiere. En definitiva, “el proceso de comunicación está desgastado. A nueve meses de diaria transmisión con los mismos protagonistas en el mismo tema, es imprescindible cambiarlos, extender los periodos de aparición y buscar un formato más amigable y un reporte más accesible”, afirma Ponce de León.

Las escasez de pruebas diagnósticas para determinar las infecciones, los contagios entre el personal médico y su falta de formación especializada, la contradictoria información que ha recibido la ciudadanía, las ayudas económicas, el exceso de muertes, la desigualdad social y el descalabro laboral, las consecuencias en la salud mental, la incierta utilidad del cierre de las escuelas, las vacunas y la falta de asesoramiento académico para diseñar las estrategias son algunos de los capítulos que han sido tratados por el plantel de especialistas.

Sobre los cubrebocas: El uso del cubrebocas “como eje central” atraviesa el documento en un país donde todavía hay cantantes en los restaurantes frente a las mesas de los comensales sin la mascarilla puesta, policías que no lo portan, comerciantes que vocean sus mercancías. La mascarilla, finalmente, ha obligado a los ciudadanos a presenciar un debate estéril que parece tocar a su fin. “Es claro que la principal vía de transmisión es por gotículas, seguido de los aerosoles, con menor participación de superficies [contacto]”, se dice en una de sus páginas. Plantean encuestar a la población para determinar las causas de rechazo a la mascarilla o a las vacunas. Pero ya hay una certeza: “El mensaje sobre el cubrebocas fue insuficiente”.

Hay más recomendaciones y observaciones hechas por los expertos, no por improvisados, que vale la pena comentar más adelante.