• Verdades y mentiras de su hazaña

Alberto Calderón P.

Durante mucho tiempo se ha manejado en libros, revistas y todos los medios especializados en deportes una verdad a medias.

Durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936, precisamente el 9 de agosto compitió el atleta estadounidense, Jesse Owens quién gana su cuarta medalla de oro rompiendo el récord mundial en la categoría de relevos 4 x 100 a pesar del apoyo ensordecedor que salía de los aficionados alemanes en las gradas del estadio.

Para el nacional-socialista Adolfo Hitler era importante utilizar estos juegos para demostrar la supremacía de la raza aria y se menciona que se irrita cuando Owens gana las pruebas de 100 y 200 metros planos, lo hace también en el salto de longitud, todos estos triunfos los logra días 3, 4 y 5 de agosto. El 9 del mismo mes es cuando gana su cuarta medalla de metal dorado, se dice que Hitler tenía la intención de bajar a la pista para estrechar la mano de los vencedores, pero al ver a este atlético negro norteamericano prefiere abandonar el estadio.

Un acontecimiento registrado en la historia, pero ¿Cuál fue la verdad de los hechos?, el corredor menciona que recibió una carta del dictador y el gobierno alemán en una entrevista que le hizo The Pittsburgh Press en 1936, y agrega que Hitler le estrechó la mano tras las cámaras. Otros interesantes datos los menciona en la autobiografía The Jesse Owens Story publicada en 1970.

La información que ofrece el periódico La afición dice que el Comité Olímpico Internacional (COI) aconsejó no saludar más de mano a los atletas ya que este protocolo de bajar constantemente desde la tribuna a la pista para hacerlo llevaba mucho tiempo, paraba todas las actividades y con ello retrasaba la calendarización de los eventos, no por ello se justifica su extremado racismo que era uno de sus emblemas pero en esto se debe ser muy objetivo al mencionar los acontecimientos tal como se dieron en realidad.

Lo que no se menciona es que al volver a los Estados Unidos (su país natal) fue menospreciado ya que la gente de raza negra era vista de forma distinta que la población blanca, no tenía los mismos derechos, se encontraban marginados y prevalecía el racismo, al grado que a pesar de su hazaña el Presidente Franklin Delano Roosevelt, nunca lo recibió en la Casa Blanca como lo hizo con otros deportistas, la política para el era prioritaria y necesitaba a los sureños de los Estados Unidos para sus campañas políticas, siendo una región con predominio racista.

La luz que brilló en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936 de fue perdiendo entre otros acontecimientos políticos y sociales, el hombre que puso en alto a la raza negra, que prácticamente humilló a la supremacía de la raza aria, que fue un digno representante de su país, quedó en el olvido y regresó a su trabajo de “botones” en el hotel Waldorf-Astoria, ahí terminó los últimos años de su vida que se extinguió el 31 de marzo de 1980.

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Miembro de la Red Veracruzana de Comunicadores (REVECO).